"Díaz Ayuso no sabe lo que significa el Ateneo de Madrid"


Alfonso Rosales: El gobierno de la Comunidad de Madrid ha decidido retirarle la subvención al Ateneo, una institución que tiene casi doscientos años y que es, sin duda, la más prestigiosa de la ciudad, aunque con altibajos, evidentemente. Tenemos con nosotros al profesor David Rivas, ya conocido de los habituales, que fue secretario del Ateneo de Madrid entre 1989 y 1995. Buenas noches, profesor.

David M. Rivas: Buenas noches.

A.R.: Fue usted un secretario del Ateneo muy joven, lo que es importante porque, parece ser, el poder de la casa descansa en el secretario.

D.M.R.: Sí, era muy joven. Tal vez era demasiado joven, lo que me llevó a cometer errores de bulto, aunque creo que fuí un buen secretario. Tenía treinta años y fuí reelegido otras dos veces. Es verdad que el gobierno de la casa recae en el secretario, especialmente porque redacta las actas y elabora el orden del día de la Junta General, que es una potestad muy importante. También es quien certifica y firma los contratos, es jefe de personal y es responsable del orden interno y del cumplimiento de los estatutos.

A.R.: Y tiene trato de excelentísimo.

D.M.R.: Sí, por decreto de la reina María Cristina, la que inauguró la sede que hoy tenemos, pero nunca lo usé. Nadie lo hizo, ni siquiera los presidentes, que, evidentemente, también lo tienen. En eso sí que los ateneístas mantenemos una pulcritud republicana. 

A.R.: ¿Qué le parece la decisión del gobierno de Díaz Ayuso?

D.M.R.: ¿Qué le voy a decir? Me parece muy triste. El Ateneo, que ya tiene más de doscientos años si contamos su precedente, Ateneo Español se llamaba, de 1820, es una institución única, no sólo en Madrid. Como la Docta Casa era reconocida hasta la guerra civil. No tiene sentido tratarla como a otras entidades y aplicarle la política de financiar actividades concretas o programaciones determinadas. Es un edificio romanticista y un tanto clasicista extraordinario, posee la más importante biblioteca privada del reino, con libros que ni siquiera tiene la Biblioteca Nacional, tiene el carácter de institución de utilidad pública desde hace mucho y, más tarde, precisamente bajo mi mandato, siendo presidente José Prat, fue declarado Bien de Interés Cultural. No debe ser tratado como una entidad que hace un ciclo de conferencias o un recital en un piso en el que tiene la sede. Es más, el estatuto del Ateneo tiene como artículo final que, de ser disuelto, sus bienes pasarían al estado español. Es el único artículo que yo traté de modificar durante mi gestión porque es muy fácil para un gobierno llevarlo a la ruina y quedarse con su inmenso patrimonio. No sólo es el edificio y la biblioteca, sino una hemeroteca extraordinaria, una pinacoteca con cientos de cuadros que van del XVII al XIX y con la mejor colección de las vanguardias de entresiglos y del primer tercio del XX. Y lo más curioso es que esta decisión del gobierno de Díaz Ayuso, lo de quitarle la subvención general, sólo afecta al Ateneo, no a otras entidades culturales.

A.R.: ¿Me dice que si el Ateneo quebrara su inmenso patrimonio pasaría al estado?

D.M.R.: Sí, al reino. Y veríamos peleas entre ayuntamiento, comunidad y gobierno. Es un caramelo.

A.R.: Y usted, ¿qué proponía entonces?

D.M.R.: Una locura. Yo pretendía que, de disolvernos como entidad privada, que estuvimos a punto por las deudas, nuestro patrimonio fuera transferido a la Unesco.

A.R.: ¿Sí?

D.M.R.: El Ateneo de Madrid debería ser considerado Patrimonio de la Humanidad. Es algo soberbio materialmente pero también en otro ámbito. Significa la resistencia a la opresión, al absolutismo, al fascismo, y también un lugar donde floreció el feminismo, el internacionalismo, el multiculturalismo. Por ejemplo, ya en los años veinte tenía cátedras de hebreo, ruso y árabe. Y el arte, la literatura, la ciencia. De hecho el nombre completo de la casa es Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. Cuando la antropología, como ciencia diferenciada de la etnografía y lejos del costumbrismo, estaba en pañales en España, en el Ateneo había una sección específica. Por ejemplo, algo particularmente sentido para mí, la primer investigación antropológica sobre Asturias la editó el Ateneo de Madrid. Versaba sobre la muerte y los ritos fúnebres.

A.R.: El Ateneo de Madrid viene siendo una bestia para la tiranía desde su fundación.

D.M.R.: Sí, es cierto. El Ateneo es un fruto de la revolución liberal, creándose al calor del pronunciamiento del general Riego. Cuando llegan los Cien Mil Hijos de San Luis para ayudar a Fernando VII a derogar la constitución y retornar al absolutismo, el rey toma varias decisiones el mismo día: ordenar la ejecución de Riego, reinstaurar la Inquisición, cerrar las universidades, incautarse del Ateneo de Madrid y crear la Real Escuela de Tauromaquia. Pues resulta que el gobierno de Díaz Ayuso decide, también en un mismo día, retirar la subvención al Ateneo y dotar con cuatro millones y medio de euros a la tauromaquia, un 40 por ciento más de lo de 2023.  

A.R.: El Ateneo siempre tuvo relaciones difíciles con los gobiernos.

D.M.R.: Sí y eso es normal. El Ateneo se mantuvo fiel a su espíritu fundacional, liberal en origen, del liberalismo clásico de principios del XIX, para ir marchando hacia el republicanismo, el laicismo, el librepensamiento... Incluso durante el franquismo, incautado y dirigido por curas y falangistas, se mantuvo como un centro de cierta disidencia, con sus tertulias y sus secciones temáticas. Yo llegué al Ateneo al principio de la transición, siendo estudiante, por la biblioteca, y sé de qué hablo. Se decía que la puerta del Ateneo era la imagen de España: cerrada, dictadura; abierta una hoja, dictablanda; abiertas las dos con policía, monarquía; abiertas las dos y sin control, república.

A.R.: En su época de secretario, ¿fueron tensas las relaciones con los gobiernos?

D.M.R.: A veces sí, pero nunca llegó ninguno a retirarnos la subvención. También nos ayudaron los tres, el ministerio, la comunidad y el ayuntamiento a rehabilitar el edificio, que fue una obra carísima y larga. Yo recuerdo con gran agradecimiento a Javier Solana, ministro de cultura, y a Joaquín Leguina, presidente de la comunidad. También fue muy favorable al Ateneo el alcalde Rodríguez Sahagún, no tanto Álvarez del Manzano. Tampoco nos tenía simpatía el ministro Semprún. El presidente Prat, un viejo muy sibilino, me dijo "¿qué vamoa a hacer, joven secretario, cuando mi partido ha dado la cultura a un tipo que es francés y comunista?". Prat, un "socialista a fuer de liberal", por utilizar palabras de Indalecio Prieto, era consciente de que un comunista como Semprún no entendía el espíritu ateneista, como tampoco lo entiende Díaz Ayuso. Hay un suceso que refleja muy bien aquello. Cuando más dinero necesitábamos y los gobiernos eran socialistas, siendo Prat senador del PSOE, fue en el Ateneo donde se hicieron los actos sobre el GAL, la guerra sucia y el terrorismo de estado, y donde se presentó el libro que apuntaba a Felipe González y su ejecutivo. El follón fue mayúsculo y las tensiones en la Junta de Gobierno fueron muchas. Pero aguantamos el tirón porque éramos el Ateneo de Madrid y, por otra parte, al PSOE no se le ocurrió retirarnos la subvención.

A.R.: El problema lo tuvieron siempre con la derecha.

D.M.R.: No crea. Yo ya no estaba en la dirección del Ateneo cuando el Partido Popular llegó al gobierno de la Comunidad de Madrid, pero conozco, por encima, las cifras. Esperanza Aguirre subvencionó al Ateneo con 350.000 euros anuales, una cifra, más o menos, actualizada de los anteriores gobiernos socialistas. Después de Aguirre la cosa fue yendo a menos. Ignacio González dedicó a la casa unos 250.000 euros, Cristina Cifuentes 150.000 y Díaz Ayuso 100.000 este 2023. Y para 2024 no hay dotación.

A.R.: ¿A qué lo atribuye?

D.M.R.: Yo conozco a Esperanza Aguirre de mi etapa como técnico en el ayuntamiento de Madrid y traté mucho con ella porque era la presidenta de la comisión de medio ambiente. Por cierto: siempre me cayó bien. Ella, como andaba de liberal por la vida, con su particular liberalismo, eso sí, trató bien al Ateneo. Lo que sucede ahora es que la presidenta Díaz Ayuso y el aznarato, ingenioso término de Vázquez Montalbán, han iniciado una guerra contra el pensamiento crítico, con esa lamentable desconfianza hacia todo lo que es cultura y libre expresión. Para ellos la cultura es propaganda, salvo la suya, que es divertimento. La derecha ha vuelto, muy presionada por los neofascistas, a considerar la cultura, también la universidad y la escuela, como una trinchera de la izquierda, un montaje de comunistas que viven del momio. Ya cuando el mandato de Prat y mío tuvimos campañas orquestadas desde estos sectores, normalmente utilizando el ABC, pero aquello fue un juego de niños comparado con la paranoia que impera hoy. Fíjese que han vuelto a sacar el fantasma de la masonería cuando se refieren al Ateneo. 

A.R.: La masonería siempre estuvo muy vinculada al Ateneo.

D.M.R.: Puede que sí pero hay que matizarlo. Todos los historiadores serios señalan que la influencia de la masonería en España fue siempre muy reducida, por no decir insignificante. Yo siempre doy un dato: en la mejor época de la masonería española, cuando la república, nunca llegó a haber más de 5.000 masones, mientras que los tribunales franquistas juzgaron por delito de masonería a 50.000 personas. Lo que pasa es que en el XIX muchos hombres importantes, muy especialmente en el ejército, eran masones. Lo mismo pasó en la segunda república, cuando bastantes dirigentes, y no particularmente de la izquierda, eran masones. Eran más abundantes entre los liberales, los radicales, los reformistas y, también, entre los militares. Hay muy pocos socialistas que fueran masones, aunque sí más entre los anarquistas. Y los comunistas siempre consideraron a los masones como enemigos. De hecho, salvo Cuba, todos los estados comunistas proscribieron la masonería. Y, claro, el Ateneo era una institución originariamente liberal. Es verdad que los masones influyeron en la estética del edificio, en su riquísimo simbolismo, pero nunca controlaron el Ateneo, ni siquiera tuvieron nunca mayoría en las juntas directivas. Según lo que yo investigué al respecto, porque me interesaba el asunto, la Junta de Gobierno con más masones tenía tres entre doce miembros y sólo uno tenía el grado de venerable maestro. Poca conspiración me parece.

A.R.: La opinión generalizada es que el Ateneo se escora sistemáticamente hacia la izquierda.

D.M.R.: Es una percepción, no sé cuánto de generalizada, pero no responde a la realidad. En el Ateneo hay de todo y, como el resto de la sociedad, la mayoría de sus socios, independientemente de lo que vote en su día, no hace política partidaria en la institución. De hecho, en el tardofranquismo, cuando el PCE, prácticamente la única organización existente, ordenó introducirse en todo tipo de sociedades, no lo hizo en el Ateneo. Para el partido aquello era una cosa anacrónica, un club burgués. Y se equivocó. Hubiera sido una plataforma para ellos espectacular. En cambio si vio con claridad su importancia Carrero Blanco. Su jefe de información, el coronel San Martín, cuenta en sus memorias que infiltró a doscientos agentes en el Ateneo. Desde que recuperó la independencia, ya en los ochenta, ninguna Junta de Gobierno puede llamarse izquierdista o derechista. Es cierto que los presidentes más importantes de estos cuarenta años fueron de izquierda, aunque sólo uno, José Prat, mi presidente, ejercía, concretamente como senador del PSOE. En las tres juntas en las que yo participé, hablando en términos generales, nunca hubo una mayoría de un color u otro. Lo que sucede es que durante muchos años la gente de izquierdas se movía más en el mundillo cultural, artístico, literario, mientras que los de derechas no. Es por eso por lo que también se cree que los actores, los profesores de universidad, los poetas, los cantantes, son mayoritariamente de izquierdas. De ahí la prevención con la que los miran los de Vox, muchos del PP y algunos conocidos creadores de opinión. Pero están equivocados: en esos sectores hay de todo, como en el resto de la sociedad. 

A.R.: ¿Cree, entonces, que el actual gobierno de la Comunidad de Madrid es particularmente hostil al Ateneo?

D.M.R.: Eso me parece. Díaz Ayuso no sabe lo que significa el Ateneo de Madrid. Estamos gobernados por políticos de muy poca visión y de muy baja formación intelectual, no sólo los del PP madrileño. Pero no todos son iguales, gracias a los cielos seguramente. El ayuntamiento de Martínez-Almeida va a mantener la subvención, que creo que es de 150.000 euros. Y hay algo llamativo: la concejala de cultura, que defendió al Ateneo en esta absurda polémica, Marta Rivera, era consejera de cultura de Ayuso hasta hace unos meses, hasta las pasadas elecciones. En fín, que no podemos caer en el error en el que caen tantos políticos: no todos son iguales ni tan burdamente lineales. Tal vez los que deciden tras la espalda de Díaz Ayuso tomaron esa decisión porque el actual presidente del Ateneo, Luis Arroyo, a quien no conozco, es un politólogo que dirigió la campaña electoral al ayuntamiento de Madrid de Reyes Maroto. También es posible que les repugne que sea escenario del homenaje a Almudena Grandes o de programas de la gente de "El intermedio", la banda del Gran Wyoming. Pero eso es no saber nada. El Ateneo siempre funcionó así, siempre dio tribuna a todas las corrientes. Yo, siendo secretario, tuve que tragarme el sapo de una charla de Serrano Súñer, para mí un criminal de guerra y de paz, y cómplice de genocidio. Pero la Junta de Gobierno lo decidió mayoritariamente y punto. Lo que hice fue ausentarme ese día. Y, por poner otros hitos históricos, la primer mujer socia fue Emilia Pardo Bazán, la primer conferenciante fue Rosario d'Acuña, la primer secretaria de la casa fue Clara Campoamor. Ahora resulta que la segunda gran enemiga del Ateneo, tras Fernando VII, es otra mujer, Isabel Díaz Ayuso. Eso, de paso, prueba que las cosas son muy complejas.

A.R.: ¿Se podría revertir esa decisión del gobierno de la comunidad?

D.M.R.: No lo sé. Del gobierno de Madrid sé lo que veo en la prensa y cuando compro algún periódico madrileño, porque soy de leer en papel. No me informo mucho por otros medios. Pero es que tampoco conozco a la actual dirección del Ateneo. Llevo al margen unos cuantos años, pandemia y quinientos kilómetros de por medio, aunque me preocupo por enterarme de las cosas y hablo con amigos, con viejos consocios. No obstante, espero que se imponga la racionalidad y que Díaz Ayuso se dé cuenta de la barbaridad que está cometiendo.

A.R.: Muchas gracias, profesor.

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