"Los gobiernos culparon a la Unión Europea para tapar sus vergüenzas y eso llevó al populismo"
(RPA, 3-7-2018)
Alejandro Fonseca:
Seguimos en La Buena Tarde, en RPA. En muy poco tiempo los mecanismos
democráticos se han puesto en marcha y el Partido Socialista ha sacado adelante
su moción de censura a Mariano Rajoy. Una mayoría del Congreso así lo decidió.
El nuevo gobierno se está encargando de mostrar la nueva época que se abre de
una manera notoria. La incógnita está en el apoyo de los partidos
independentistas y ha sido fundamental el apoyo de Podemos, que se ha mostrado
muy conciliador en el debate. Vamos a analizar estas y otras cosas con David
Rivas, economista y librepensador. ¿Qué tal, profesor?
David M. Rivas: Muy bien
y encantado de estar de nuevo aquí.
A.F.: Parece que lo más
importante es esa mayoría de mujeres en el gobierno y anuncios como el de crear
un comisionado para la infancia, especialmente pensando en el incremento de la
pobreza infantil.
D.M.R.: En estas cosas yo
soy muy pragmático. Un gobierno, cualquiera que sea, merece ser catalogado como
progresista, reaccionario, avanzado o con la categoría que nos venga en gana,
en función del presupuesto. No hay cosa más ideológica que el presupuesto
porque, en definitiva, es la plasmación de lo más importante: de dónde sale el
dinero y adónde va el dinero. Y ahí está el problema: ¿con qué presupuesto va a
gobernar Pedro Sánchez? Pues él mismo dijo que lo hará con el aprobado en el
Congreso, es decir, con el presentado por Montoro y por Rajoy. Si no nos encontramos
con la astracanada de que el PP vote contra su presupuesto en el Senado
mientras el PSOE, que tildó a este presupuesto como lo peor de la historia,
cosa muy exagerada también, dicho sea de paso, lo defiende, pues tenemos una
estructura de gastos e ingresos diseñada por el Partido Popular y apoyada por
Ciudadanos, PNV, Coalición Canaria, UPN y Foro Asturias. Es decir, rechazado
por todos los que votaron a favor de la moción de censura, exceptuando al PNV.
No sé qué pasará si el presupuesto vuelve al Congreso pero, si se mantiene el
de Rajoy, poco podrá hacer el nuevo gobierno. Es un presupuesto que sigue la
línea de una austeridad muy mal repartida, una política que recibió críticas
incluso del FMI. Entonces, que creen comisionados, que pongan a mujeres en los
más altos puestos y otras cosas así me parece bien como elementos simbólicos,
pero de poco servirá si no hay partida presupuestaria. Por eso pienso que este
gobierno tiene vocación de ser un gobierno largo, de durar, no de ser un
gobierno que convoque elecciones pronto. Necesita tener un nuevo presupuesto
para el año que viene, que se empezará a discutir a la vuelta del verano. En
ese presupuesto sí podría introducir cambios importantes que, además, serían
del agrado de la izquierda que apoyó a Sánchez, Podemos y ERC, pero también de
otros. Es el presupuesto de 2019 el que reflejará una nueva política, si es que
la hay, que aquí ya se ha visto de todo.
A.F.: Hemos visto que
muchas partidas aprobadas quedaron al final sin ejecutar, como sucedió con la
aplicación de la ley de violencia de género. Cientos de miles de euros quedaron
en la reserva.
D.M.R.: Es que un
gobierno tiene la capacidad de no ejecutar alguna partida presupuestaria pero
lo que no puede hacer es desviar ese monto a cuestiones que no tienen partida
correspondiente, porque es ilegal. El presupuesto es una ley orgánica votada en
las Cortes y, por necesidad, podría no ejecutarse alguna partida, pero nunca
gastar en lo no presupuestado. Lo que sí podría hacer el gobierno es recurrir a
ampliaciones de crédito, pero siempre con el visto bueno de Bruselas, porque
las normas de contención de déficit obligan al reino de España. Pero también
aquí los vientos que llegan de París y de Berlín soplan a favor: tras el brexit y la huida hacia ninguna parte de
Italia, van a dejar respirar más a España, que es ahora la tercera economía en
términos prácticos de la Unión Europea. Y. muy importante, con la población más
europeísta, por delante de Francia y de Alemania y a años luz de los demás
miembros.
A.F.: También lo tendrá
que aprobar el Congreso, ¿no?
D.M.R: Yo doy por
supuesto, en contra de una opinión que parece muy extendida de que llega la
hecatombe, que el Congreso va a ser bastante permisivo con lo que haga el
gobierno en un principio. No sé lo que pasará dentro de ocho meses. No pueden
Podemos, ERC, PDECAT, PNV e incluso Bildu ponerse estupendos mañana cuando
votaron lo que votaron anteayer. Y al PP le interesa dejar pasar un tiempo para
recomponerse, cambiar de caras, hacer un ejercicio de regeneración y aprovechar
la confusión de Ciudadanos, el gran perdedor de la moción de censura.
A.F.: Los sindicatos
exigen al gobierno anular la reforma laboral del PP del año 2012, no para
volver al marco de 2009 sino para construir un modelo más inclusivo, con
atención especial a mujeres y jóvenes. También queda cómo lograr un crecimiento
con mejor tipo de reparto.
D.M.R.: Se puede repartir
la renta de diversas formas pero la cosa está muy complicada. Los mexicanos
tienen un dicho que refleja muy bien esta situación: “el que vive fuera del
presupuesto vive en el error”. El presupuesto es el que hay, es el de Montoro,
tiene definidos los ingresos y los gastos y el margen de actuación es muy
escaso. Por lo que respecta a la ley de reforma laboral, estoy seguro de que no
se va a derogar. Otra cosa es que, dentro de la propia ley, se reinterpreten
algunos aspectos del articulado si hay un cierto consenso, un consenso en el
que incluso el mismo PP podría entrar.
A.F.: Es de suponer que
el gobierno esté pensando en los presupuestos del 2019, que se empezarán a
discutir tras el verano. ¿Estaría ahí la clave de si la moción de censura tuvo
sentido?
D.M.R.: Es evidente: ahí
estará la respuesta a la pregunta de cuál es el apoyo real que tiene Sánchez
por parte de los partidos que votaron a favor de la censura. Ahí empieza la
heterogeneidad. En el no a Rajoy había una gran unidad pero, ¿van a plantear
unos mismos presupuestos Podemos y el PNV? Son dos partidos que juegan con
parámetros muy distintos. ¿Qué va a hacer Esquerra Republicana, que siempre se
debate entre el alma soberanista y el alma izquierdista?, ¿va a apostar por
unos presupuestos más, por así decirlo, socialdemócratas, o va a poner sobre la
mesa exclusivamente las competencias de Cataluña?
A.F.: ¿Se puede gobernar
un país con presupuestos prorrogados una y otra vez?
D.M.R.: ¡Hombre, claro!,
parece mentira que nos preguntemos eso en la RPA. Asturias es la comunidad con
mayor número de presupuestos prorrogados. No sé cómo se llevarán ahora, pero
Pedro Sánchez podría llevar de asesor a Javier Fernández, el mayor experto en
gobernar sin presupuestos. El problema es que las prórrogas te impiden hacer
algunas cosas y, sobre todo, te impiden acometer nuevas inversiones. Y hay otra
cosa muy importante en la que, por lo general, el común de los mortales no
repara. En toda discusión de este tipo siempre se centra la cuestión en el
gasto, cuando el problema de la economía española es de ingreso. A todo el
mundo se nos ocurre dónde gastar. Yo mañana presento un proyecto de gobierno y
puedo conseguir que me vote todo el mundo con sólo prometer que voy a gastar en
todo aquello que la gente me solicite. Pero casi nunca se dice de dónde se va a
ingresar y, a veces, se miente proponiendo vías de ingreso que no es posible abrir.
El problema de España es que su sistema de ingreso, el sistema fiscal, es muy
regresivo y también muy ineficaz, al margen de corruptelas y fraudes, que
también pesan lo suyo. El caso es que sacar adelante una reforma fiscal es muy
difícil porque requiere modificar los principales impuestos, cada uno de ellos
a través de una ley orgánica, y eso no saldría adelante con la actual
composición del Congreso de los Diputados. El sistema fiscal es un sistema
caduco e inequitativo que viene de la contrarreforma que hicieron González,
Boyer y Solchaga, que anularon la reforma progresista de Suárez y Fuentes
Quintana. Desde ahí se fue de contrarreforma en contrarreforma y con un
impuesto de sociedades que no se tocó prácticamente desde los Pactos de la
Moncloa. El impuesto de sociedades es un desastre, no sólo porque muchas
empresas del Ibex no tributen o lo hagan al dos por ciento, que también es
chocante y lamentable, sino porque acogota a las empresas medias cuando tienen
problemas y las tratan con algodones cuando tienen beneficios altos. Es el
mundo al revés: cuando vas bien no tributas y cuando vas mal no recibes apoyos.
A.F.: Pero fuentes
cercanas al gobierno afirman que se está estudiando la creación de nuevos
impuestos para sostener el sistema de pensiones.
D.M.R.: Se habla siempre
de crear nuevos impuestos para sostener el sistema de pensiones y se habla de
ello porque todo el mundo lo entiende. Pero por debajo de este asunto hay toda
una discusión que, por desgracia, queda encerrada en las facultades de economía.
Todo el mundo entiende que, como el sistema público de pensiones está dañado,
porque yo no creo que esté en quiebra ni que vaya a quebrar, hay que buscar
impuestos para mejorarlo. Y si ese impuesto va sobre la gran banca o sobre las
transacciones financieras, la gran mayoría no sólo lo entiende sino que también
lo aplaude. A mí también me parece bien: una especie de tasa Tobin no sería
mala idea para equilibrar este problema. Pero a lo que quiero ir es a otra
cuestión. Se dice, de forma muy entendible, que hoy dos trabajadores alimentan
a un pensionista y que mañana un trabajador alimentará a cuatro pensionistas,
con lo que, evidentemente, la cosa pinta muy mal. Eso es porque se parte de una
premisa falsa: que la productividad va a ser la misma. Pensar que la producción
de un trabajador dentro de cuarenta años va a ser la misma que la de un
trabajador de hoy es no saber nada. Es que el propio capitalismo funciona así.
Si trasladásemos esta discusión al siglo XIX, con las productividades y los
salarios de entonces, y aplicáramos nuestro sistema de pensiones, resultaría
que un pensionista tendría que ser alimentado por cincuenta trabajadores. Al
hurtar este elemento a la discusión nos quedamos, simplemente, en un debate
fiscal, el más sencillo y entendible para salir en televisión y pedir votos.
Las empresas españolas son pequeñas, poco capitalizadas y con baja
productividad, porque la productividad no es la del trabajador sino una ratio
trabajo-capital. Además, en aquello de quién paga y quién no paga, a todo el
mundo se le llena la boca con la letanía de que hay que apoyar a la pequeña y
mediana empresa, frente a la grande, a la multinacional. Pues bien, en España
eso significaría apoyar al noventa por ciento de las empresas. Y, por el otro
lado, si incrementamos la fiscalidad, ¿sobre quién recaería?: pues sobre la
pequeña y mediana empresa. Siendo grave el hecho de que las grandes empresas se
escapen del fisco lo es más el mal planteamiento de la fiscalidad de las
pequeñas. Las pequeñas empresas tienen graves deficiencias de inversión. Vamos
a poner un ejemplo muy actual, el ambiental. Los estándares ambientales están
dejando de ser un coste para ser una oportunidad, una ventaja competitiva, pero
fundamentalmente para las empresas grandes. ¿Quiénes invierten en desarrollo
sostenible?: las grandes empresas internacionalizadas. A Volkswagen instalar
unos tanques ultramodernos de recuperación de aceites le supone un porcentaje
pequeño en su estructura de costes, mientras que al taller Berto y Xuacu les
supondría jugarse el beneficio. Y nos queda, hablando de productividad, el para
mí principal elemento: el gran retraso que tiene España en innovación y
desarrollo. Y sólo en la I+D+i es donde podemos obtener ventajas en el comercio
internacional.
A.F.: Me voy a detener en
tres nombramientos importantes que reflejan tres estructuras de gobierno
significativas y que sin duda son del máximo interés para David Rivas: Nadia
Calviño en economía, la segunda ministra de esta área, el eminentemente
europeísta Josep Borrell y Pedro Duque al frente de ciencia, investigación y
universidad.
D.M.R.: Nadia Calviño
viene de ser la directora de presupuestos de la Unión Europea, cosa que no es
algo menor. La conozco por referencia y me parece una tecnócrata, lo cual,
aunque a la izquierda le suelo sonar mal por aquellas reminiscencias del
desarrollismo franquista, no tiene por qué ser algo negativo. Sí conozco bien a
la secretaria de estado de empleo, Yolanda Valdeolivas. Es la decana de derecho
de la Autónoma, una de mis jefas porque, aunque estoy adscrito a la facultad de
economía, también pertenezco al claustro de profesores de derecho. Es muy
competente y seria, una gran experta en relaciones laborales y en políticas de
género. Este gobierno tiene una imagen muy ideológica porque está viviendo
mucho de la consigna y del mensaje programático, también del discurso del
presidente. Es un gobierno meritócrata que no tiene titulados de fin de semana
ni personajes que hicieran maestrías sin ir a clase, pero, paradójicamente, es
visto como un gobierno muy ideologizado. Pero es posiblemente el gobierno más
tecnocrático desde los años del desarrollismo de López Rodó. La imagen es esa
porque juegan con aquellas cosas que sí podrían llevar a cabo puesto que no
requieren dinero, que no requieren estar consignadas en el presupuesto.
¿Ejemplos?: modificar la línea informativa de RTVE, sacar a Franco del Valle de
los Caídos, quitarle la medalla a Billy el Niño, replantearse los asuntos de la
mujer y la infancia, abrir el diálogo con el gobierno catalán… Todo eso no
requiere una partida presupuestaria, es de reducido gasto y, además, de gasto
corriente, de dinero de caja, podríamos decir. También ayer hablaban de algo
sobre una reforma fiscal. No estoy muy al corriente pero, por lo que oí, no me
parece que planteen una verdadera reforma fiscal porque siguen pensando en
cargarlo todo a las clases medias trabajadoras. Lo mismo pasa con las
pensiones. Lo de Borrell y lo de Duque tiene otras claves. Hay una tradición
muy española: la de verlo todo con las lentes carpetovetónicas. Hay un problema
en Kosovo y aquí sale Cataluña, tiene un problema un príncipe sueco y aquí ya
están pensando en que se quiere desestabilizar a los borbones, hay una política
lingüística lamentable en Tailandia y ya saltan los resortes contra la lengua
asturiana… Los nombramientos de Borrell y de Duque se deben, fundamentalmente,
a su proyección exterior. España ha retrocedido en su presencia internacional
como nunca desde Franco con los gobiernos de Rajoy. Se hacen hasta chistes con
lo del astronauta. Duque fue astronauta dos o tres años y, además, ser
astronauta no es ser patrón de fueraborda precisamente o conductor de
furgoneta. Es un ingeniero de gran prestigio, un científico de renombre que
viene de trabajar en altos niveles de la Agencia Espacial Europea, que poco
tiene que envidiar a la NASA. Tiene una proyección internacional
extraordinaria. Con Borrell pasa lo mismo. Toda la prensa españistaní relaciona
su nombramiento con el problema catalán y eso no es así. A Borrell sí lo
conozco porque fui durante unos años miembro del Consejo Asesor de Medio
Ambiente, siendo él ministro del ramo. El nombramiento de Borrell es un guiño a
Europa. Se trata de un europeísta convencido y que presidió el Parlamento
Europeo, cuestión muy importante tras la espantada del Reino Unido, la locura
colectiva de Italia y los malos vientos que vienen de países como Hungría o
Polonia. Otra cosa es que su europeísmo y su, no lo olvidemos, proyección
trasatlántica, coadyuve a modificar la visión que fuera se tiene del pleito
catalán y le facilite las cosas al gobierno, pero no creo que esa sea la clave.
A.F.: Y el apoyo de Podemos, con esa frase de Pablo
Iglesias de “ganaremos juntos las elecciones”, ¿qué le parece? ¿Habrá apoyos
claros o una mayor cercanía?
D.M.R.: Podemos hizo un
ejercicio de responsabilidad o. más bien, abandonó la irresponsabilidad. A
Podemos, a sus dirigentes madrileños para ser precisos, porque ahí tienen el
problema, le pierde su verborrea y, me da que también, una herencia de la endogamia
universitaria de la que, poco a poco, parece que van saliendo. Van entrando en
la realidad. El asunto del chaletón de Galapagar hay que verlo en esa
perspectiva. A mí me da igual que lo compren o que no lo compren, que lo paguen
o que no lo paguen o que, como es habitual, tengan hipotecas que a ningún otro
mortal les dan. Eso es la casta, tener, entre otras cosas, préstamos con
intereses privilegiados, por si no habían caído en ello. Pero me molesta su
discurso, no su vida. Su vida la entiendo. Han entrado en la vida real. Según
avanza la vida vas encontrándote con necesidades diferentes. Y a necesidades
diferentes, soluciones diferentes. Cuando yo me marché de la casa familiar mis
necesidades eran pocas y hasta pagaba antes por una obra de teatro que por
comer. Mi máxima aspiración era no depender de mis altoburgueses padres.
Después todo fue cambiando porque tuve dos hijas, una vivienda que pagar, otras
necesidades en definitiva. La pareja dirigente de Podemos sí tiene una ventaja
con respecto a mí y a mi mujer cuando empezamos: ganan mucho más. Yo era penene
y ella asistente social. La verdad, nos salvó muchas veces la familia. Por
suerte, debíamos ser de la casta. Yo vengo de una familia acomodada pero no
creo en el determinismo social. Y me molesta que los que creen en ello hagan
luego lo que hacen. Pero si la pareja dirigente de Podemos gana lo que gana
pues que lo gaste en lo que quiera. A mí me parece bien. Así funciona el
capitalismo, fuente de riqueza para todos. Podemos está entrando, por evolución
vital, en esta realidad.
A.F: Un poco de coña sí
que se nota en su exposición.
D.M.R.: No, ¡qué va! Yo
soy un santo. Además, lo que sí tienen los dirigentes de Podemos es capacidad
de análisis, sobre todo algunos. Son conscientes de que tomar el cielo por
asalto era una frase y que debajo de la playa están los adoquines. Son
conscientes de que están condenados a entenderse con el PSOE, un PSOE que, por
mucho cambio aparente, no deja de ser la línea más derechista de la
socialdemocracia europea, a veces incluso a la derecha del Partido Demócrata de
Estados Unidos. Yo espero y deseo que den buenos pasos, colocándose a la
izquierda del PSOE, pero con parámetros europeos y europeístas, no con otros.
A.F.: El europeísmo, un
rasgo de David Rivas. La Unión Europea también presiona mucho con sus políticas
de ajuste y deja a los gobiernos, aunque sean progresistas, con poco margen de
maniobra. ¿Podría este PSOE, apoyado en Podemos, cambiar las cosas?
D.M.R.: No lo sé porque
tampoco sé muy bien qué es lo que quieren cambiar. Porque si me dicen que lo
quieren cambiar todo, con una población con 25.000-30.000 euros de renta media,
es que saben todavía menos de lo que les suponía. Como yo ya llegué a una
situación en la que ni siquiera sé si soy de los míos, me suelo quedar en
planteamientos obvios, en la obviedad más sencilla. Y lo obvio es que en todas
las casas es conveniente tener un niño, un viejo o un gato. Si aparece roto el
jarrón chino siempre va a ser cosa del niño, del viejo o del gato, que, además
lo van a negar siempre y, generalmente, con problemas de expresión, sobre todo
el gato. Pues bien, el niño, el gato o el viejo, aquí resulta ser Bruselas. “Es
que Bruselas nos exige que ajustemos el déficit, es que Bruselas nos obliga a
pagar no sé qué historia, es que Bruselas ordena que…” Es verdad. Bruselas
exige compromisos pero no marca la forma de cumplirlos y, además, sigue
enviando fondos. La Unión Europea exige a un gobierno que ajuste su déficit a
un porcentaje determinado del PIB pero es el gobierno concreto el que decide
cómo hace el ajuste y cada gobierno carga ese ajuste sobre unos sectores o
sobre otros. El gobierno español lo echó sobre las espaldas de las clases
medias y trabajadoras. A eso no obliga Bruselas. La Unión Europea ordena
recortar, sí, pero no donde se recorta. Esta recesión que hemos pasado no fue
culpa de la Unión Europea sino de los estados y, sobre todo, de algunos
gobiernos en connivencia con la banca, con las eléctricas y con las grandes
constructoras, además de asentarse sobre una corrupción casi generalizada. Los
gobiernos culparon a la Unión Europea para tapar sus vergüenzas y eso llevó al
populismo. Y, como apuntaba antes, el efecto en España fue menor. Un poco de
populismo en Podemos, pero poco, y punto. ¿Quién lo diría hace poco? Los
españoles son los europeos menos contagiados por el populismo y más alejados
del fascismo. Es más, sin el paraguas de la Unión en Europa sólo estarían hoy
en pie Alemania y el Reino Unido, ni siquiera Francia, que tenía sus cuentas en
quiebra técnica dos años después de tenerlas España y uno después de Italia. En
España, volviendo a lo que habíamos dejado cuando hablábamos del ministro
Duque, uno de los principales recortes se hizo en investigación y ciencia.
Podría pensarse que es por falta de capital, pero no es así. España,
evidentemente, no es Estados Unidos, ni Alemania, ni Suecia, ni el Reino Unido…
Pero es que en la última década, con los gobiernos de Rajoy, España se puso a
la cola de la OCDE en investigación, tecnología y ciencia; y ha expulsado a
investigadores como ningún otro país hizo. Por delante de España en dotación a
la ciencia como porcentaje del PIB están Portugal y Grecia, economías más
pobres y débiles, intervenidas y rescatadas. El problema de nuestros centros de
investigación y nuestras universidades no sólo es la falta de capital y otras
cosas de las que un día podemos hablar, sino la decisión política de convertir
a España en un destino de turismo barato donde la cualificación es lo de menos.
Porque el complejo cientificotécnico empieza en la FP, arruinada completamente
en los últimos años.
A.F.: ¿Y hay
posibilidades de recuperar el talento que se ha perdido, esos jóvenes que se
fueron a Inglaterra, a Francia, a Alemania, a Estados Unidos…?
D.M.R.: Lo veo difícil.
Me parece más factible detener la sangría. La mayor parte de los científicos y
los universitarios que se marcharon han pasado la treintena con mucho. Están en
la edad más productiva en el conocimiento porque aún son jóvenes pero ya acumularon
experiencia. Pero a esa edad ya tienen familia, generalmente formada con un
cónyuge del país de residencia… Vuelve a ser la evolución vital de la que
hablábamos antes. Pero, aunque quisieran regresar, lo tienen difícil. Tenemos
un ejemplo en casa: el programa de la Universidad de Oviedo para repatriar a
tantos investigadores asturianos que andan por todo el mundo fue un fracaso, un
rotundo y total fracaso. ¿Y por qué? Estoy pensando ahora en una mujer a la que
considero como mi sobrina porque su madre y yo somos amigos desde niños en una
aldea del concejo de Villaviciosa. Está en el CNR, en el principal centro de
física de Europa, trabajando desde hace años en la reproducción del big bang y del posible período anterior
al big bang. Yo la escuché hace poco
en una conferencia en Madrid y oí los comentarios de grandes profesores de
física de la Autónoma, tal vez la mejor facultad de España. Se lo puede
imaginar: la ponían por las nubes. Ella tal vez quisiera volver un día con
menos salario pero con seguridad en el puesto de trabajo, o bien con un salario
altísimo aunque tuviera que competir duramente cada tres años, como pasa en el
CNR. Pero Asturias le ofrece un salario bajísimo y ninguna seguridad, además de
tener que someterse a criterios de tribunales funcionariales con una
cualificación muy inferior a la de ella. ¿A quién vamos a recuperar? Estas
cosas Pedro Duque las conoce perfectamente. Otra cosa es que pueda hacer algo.
A.F.: Otra cuestión
confusa es el modelo de estado. ¿De qué estamos hablando cuando nos referimos
al modelo de estado y a qué se refieren cuando dicen que hay que modificarlo?
D.M.R.: Yo creo que no se
refieren a nada. Es simple palabrería con vacío de contenido: autonomías,
federación, confederación, naciones y no-naciones… Lo primero que habrá que
saber es cuántas naciones hay porque, a lo que parece, debe haber tres:
Euskadi, Cataluña y España. A mí, personalmente, no me gusta el asunto, ni
política, ni histórica ni culturalmente. ¿Planteamos que también lo son
Andalucía, Galicia…?, ¿colamos a Asturias? Y aquí entra el verdadero asunto de
los nacionalismos modernos: su planteamiento económico. Entonces los murcianos
dirán: “no somos una nación pero queremos los mismos beneficios económicos que
los demás”. Y en quince o veinte años, al margen de denominaciones en el
artículo primero de su estatuto, todas las comunidades estarán en la misma
situación. Y entonces una de ellas, que posiblemente volverá a ser Cataluña o
Euskadi, querrá dar un paso más y vuelta al debate. Pues abramos el debate ya
pero hagámoslo seriamente. Un punto de partida que yo propongo: ¿suprimimos el
concierto vasco o generalizamos el concierto a todas las comunidades? Eso sí es
replantear el modelo territorial. Una de dos: o aceptamos la corresponsabilidad
fiscal y asumimos nuestra autonomía o aceptemos ser menores de edad tutelados.
La federalización conlleva cambios en la estructura económica porque la
estructura política sólo requiere un par de retoques. El reino de España está
más descentralizado que la mayoría de los estados federales. Extremadura tiene
más competencias que California, Asturias más que Baviera y Cataluña más que
Irlanda del Norte. Decían que las balanzas fiscales iban a resolver el problema
y los que sabemos algo de esto nos lo tomamos a risa y, de hecho, las balanzas
fiscales embrollaron más el asunto.
A.F.: Supongo que aquel
déficit en innovación y desarrollo del que hablábamos antes también influirá en
el modelo territorial.
D.M.R.: Eso es claro y no
sólo de cara al futuro, sino también en el presente. España tiene un modelo
común económico, enmarcado en lo que la constitución, copiando de la alemana,
define como economía social de mercado,
pero hay importantes diferencias internas, entre comunidades autónomas. El
modelo de desarrollo que tiene el País Vasco es muy diferente al que tiene
Cataluña, por poner los dos casos más de actualidad en este debate. Ya no
digamos el modelo que tiene Madrid, que es una economía de papel, una economía
de mentira. Es una comunidad que, si se avanza en la descentralización
económica, mostraría sus pies de barro. Por poner un ejemplo ilustrativo:
Madrid es un gran escaparate de moda pero, ¿dónde se crea riqueza, en la
pasarela Cibeles, en la fábrica textil de Manresa o en el taller de costura de
Sevilla? Para eso están los análisis de componentes principales, los cálculos
de precios hedónicos o, en lo territorial, las balanzas fiscales. Pero estas
cosas, claro, no son del alcance del ciudadano medio, que debe conformarse con
la propaganda. Las relaciones económicas, por definición, son desiguales,
porque se intercambian valores obtenidos de formas diferentes. Eso pasa en
todas partes y también entre las comunidades autónomas. El modelo del País
Vasco es, con diferencia, el mejor estructurado, y a años luz del catalán, lo
que nos dice que no sólo funciona la política nacionalista por sí misma. Y ahí
es donde la innovación es fundamental. Vemos ejemplos cercanos. El sector de
bienes de equipo de Asturias es uno de los mejores de la economía española. Hay
tres o cuatro empresas punteras tecnológicamente que, exceptuando Duro
Felguera, no son de gran tamaño, y que exportan componentes para satélites de
la NASA, que construyen las vías de alta velocidad en Arabia Saudita y cosas de
este tenor. Y es que el modelo de empresa asturiana de bienes de equipo se
parece mucho al vasco. Pero, claro, estamos ante una isla en el medio de una
economía asturiana completamente desarticulada. La diferencia con el País
Vasco, favorable a ellos, es su tradición cooperativista, muy potenciada en su
día por la iglesia, y una sociedad civil potentísima, una sociedad civil como
no encontramos en ninguna otra parte del reino. Ese tejido social tan vivo
también afecta a la universidad. El régimen autonómico llegó en plena crisis
industrial y la universidad vasca realizó cientos de estudios, investigaciones
e informes que bien aprovechó el gobierno vasco para articular políticas. La
universidad asturiana no hizo nada, como si la cosa no fuera con ella. Todavía
hace unas semanas, en el último ranking universitario aparece la de Oviedo como
la menos implicada en el territorio circundante. Vamos, que podría estar en
California o en Madagascar.
A.F.: Hay mucho que
arreglar pero, al menos, como siempre con David Rivas, hemos pensado en voz
alta y hemos ido más allá de una simple discusión sobre un nuevo gobierno.
Muchas gracias profesor.
D.M.R.: Muchas gracias,
don Alejandro.