"Si el homo sapiens hace honor a su taxón debe reaccionar y hacerlo ya"



Alejandro Fonseca: Seguimos en La buena tarde. Lo malo de estos días es que no podemos contar en el estudio con nuestros colaboradores pero lo bueno es que los localizamos siempre en casa. ¿Qué tal, David Rivas? Buenas tardes.

David M. Rivas: Buenas tardes, Fonseca.

A.F.: Además de los asuntos de la salud, prioritarios evidentemente, también nos preocupan las consecuencias que esta crisis va a tener en la economía, pensando sobre todo en los trabajadores, en los autónomos, en los pequeños empresarios. Esta situación, ¿es nueva o ya se ha visto en otras ocasiones?

D.M.R.: No es nueva, claro que no es nueva. La historia está plagada de situaciones como esta, algunas bien recientes. En España tenemos la guerra civil y la posguerra, que son de hace tres días, en el resto de Europa fue la segunda guerra mundial y en Estados Unidos la miseria de la gran depresión tras 1929. Lo que pasa es que son episodios que teníamos olvidados, tal vez porque muy pocos quedan de los que vivieron esos años. En cierto modo esta crisis nos cogió desprevenidos. La gente anda extrañada porque creía que nunca nos pasaría nada que no estuviera previsto. Somos una sociedad muy acomodada, una sociedad que se cree, o se creía, al margen de la naturaleza. Eso no es así. Vivimos en un planeta cambiante al que, además, estamos agrediendo mortalmente. Y en ese ecosistema también hay mutaciones, cambios, y, a veces, aparecen virus que desconocemos. Tenemos mecanismos de defensa, al menos en los países ricos, pero ni somos inmunes ni somos indestructibles.

A.F.: Es cierto. Confiamos en la estabilidad, aunque muchas veces es una estabilidad precaria. ¿Servirán para algo las medidas económicas que plantea el gobierno, serán suficientes, habrá que esperar un tiempo para saberlo?

D.M.R.: No sé si serán suficientes pero, desde luego, son necesarias. Además creo que están bien estructuradas, aunque se nota alguna improvisación y ciertos errores de bulto. Estamos actualmente ante un shock de oferta porque el comercio internacional ha disminuido y, sobre todo, hay una enorme contracción de las exportaciones chinas. Eso lleva al cierre o a la ralentización de muchos sectores, ejemplarizables en el del automóvil, que ya ha anunciado planes de regulación de empleo. Pero, más importante, nos espera un shock de demanda, cuando caigan los salarios y los beneficios de las empresas pequeñas y medianas. Es una combinación pocas veces vista en tiempos normales, en tiempos que no fueran de guerra.  Frente a esto son necesarias medidas como las que el gobierno propone y que, sin duda, el parlamento aprobará. Son medidas más o menos keynesianas, un tanto sui generis pero keynesianas. ¿Son suficientes? No lo sé, la verdad. Yo no entiendo de microbiología ni de pandemias, no puedo suponer a qué horizonte temporal nos enfrentamos y, por tanto, mi opinión es de chigre, aunque sí tengo alguna idea porque sí sé algo de estadística. Pero hay una cosa que sí me parece importante: en economía son fundamentales las expectativas. Tener o no tener confianza en el futuro es clave porque las profecías que se autocumplen son muy frecuentes en la ciencia social. Estas medidas del gobierno ayudan a tener esperanza y eso se traduce en incremento de la actividad económica en cuanto sea posible. Eso es importante, como lo es la sensación que transmite el gobierno de que no es ajeno a los problemas de la gente. Me parece, por lo que oigo y leo, yo pongo la oreja a lo que dice la gente corriente, que llevábamos muchos años con la sensación de que el gobierno era algo ajeno, distante, que andaba a otras cosas. Y hoy parece que es distinto. Yo no soy precisamente un fan de Pedro Sánchez pero veo lo que hay.

A.F.: Parece ser que van a movilizar el mayor volumen de recursos financieros de la historia y ahora miramos hacia la Unión Europea. Ya empiezan las críticas a Alemania y al Banco Central Europeo por lo de siempre, por su cerrazón restrictiva, por su negativa tradicional a tocar el dogma del déficit.

D.M.R.: Yo creo que la Unión Europea actuará en consecuencia y, al final, estará a la altura de las circunstancias. El Banco Central ya ha anunciado que comprará 75.000 millones de deuda española, tanto pública como privada, antes de fin de año. Eso es importantísimo porque refuerza a la cuarta economía de la Unión y lanza el mensaje de que Europa sabe reaccionar. Recordemos la importancia de las expectativas en lo económico. Y el banco podría inyectar liquidez con un riesgo cercano al cero, con una simple anotación contable. El miedo alemán no tiene sentido. No estamos en la república de Weimar ni en la gran depresión, que ese es el pozo negro del que Alemania no quería salir. Pero Alemania parece estar dispuesta, cosa impensable hace un año, a compartir deuda con los otros países del euro. Seguramente no va a llegar a aceptar la mutualización, que es lo que piden España, Italia y Portugal, y ahora también Francia, pero da unos pasos que serán irreversibles. A un tiempo, Angela Merkel acaba de aceptar que eso de mantener el endeudamiento por debajo del 60 por ciento del PIB y un déficit menor del 3 por ciento no sea obligatorio. Es más, en el parlamento de Estrasburgo se ha pedido que se ponga en marcha el mecanismo europeo de estabilidad, el MEDE, que fue creado en 2012 para situaciones como la que estamos viviendo. Hablamos de 500.000 millones de euros, de los que se podrían poner mañana mismo en acción 410.000. Esa propuesta del grupo socialista contó con el respaldo de los verdes y de los liberales. Estamos ante una unidad importantísima entre las fuerzas progresistas de Europa. Puede que muchos no se den cuenta de este hecho, pero es transcendental. Y es llamativo que el diputado que pidió poner en marcha este mecanismo fue un joven socialista asturiano, Jonás Fernández, por el que siento simpatía personal. Para mí eso es importante, tras años de un partido que nunca supo lo que se traía entre manos ni que, mucho menos, quiso hacer nada de nada. Como le decía antes, Fonseca, ni soy fan ni voto al PSOE, pero reconozco la virtud cuando la veo. Por favor: no repitamos lo de la recesión anterior y echemos la culpas de todo a la Unión Europea. Sencillamente, no es verdad, la culpa es de los gobiernos nacionales, borrachos de una soberanía que no tienen.

A.F.: ¿Cuáles van a ser las consecuencias económicas de todo esto, en el corto plazo, en el largo plazo?

D.M.R.: La verdad es que no sé lo que va a pasar mañana, en el mañana más inmediato. Los economistas no somos muy buenos profetas, pero sí algo mejores que otros. Para mí, que trabajo con series largas, con ciclos largos, es muy difícil predecir a corto y a medio plazo. Es que, hablando de poco tiempo, la casuística es enorme. No es lo mismo un funcionario, un pensionista o un trabajador por cuenta ajena. Tampoco es lo mismo un autónomo que tiene una tienda o un taller que un empresario con diez empleados y, desde luego, que una empresa con dos mil trabajadores. Tampoco es lo mismo una familia que vive de alquiler que otra propietaria y, entre las que son propietarias, no es lo mismo la que no tiene hipoteca  y la que aún le quedan años por pagar. Lo que sí creo es que esta crisis va a cambiar las cosas a un plazo medio y largo. Permítame, Fonseca, aunque estemos en horario de todo público, que le diga que se va a cambiar por cojones.

A.F.: Hace poco parecía que este modelo no iba a cambiar nunca, que el crecimiento era el único objetivo. Cualquier cambio parecía casi imposible. Y ahora vemos políticas que no veíamos desde hace muchas décadas, no sé si para un tiempo excepcional o para permanecer.

D.M.R.: El giro de timón es inevitable. Keynes decía que los políticos, los que llevan la acción, los que deciden, son, sin saberlo muchas veces, esclavos del pensamiento de algún economista muerto. Pues hoy esa máxima se la podemos aplicar al propio Keynes. Muerto y bien enterrado por toneladas de tierra ortodoxa, por los teóricos de la economía de la oferta, Keynes vuelve a salir de la tumba. No estamos en los treinta del siglo XX, evidentemente, y el keynesianismo es una teoría acabada, pero parte de sus bases salen del sepulcro. Hasta un tipo zafio e ignorante como Trump descubre, sin saberlo, a Keynes. Roosevelt se debe estar riendo, también en la tumba. Churchill, que tanto confiaba en Keynes, decía que cuánto más atrás puedas mirar más adelante podrás hacerlo. Simon, un premio Nobel, demostró que en Estados Unidos, paraíso del libre mercado, sólo un 20 por ciento de la actividad económica se organizaba a través de ese mercado. Un poco después Elinor Ostrom, premio Nobel, me parece que en 2016, analizó lo mismo y con otra metodología. Ella demostró que las decisiones tomadas en condiciones de mercado eran minoritarias y, además, siempre en condiciones muy elementales, muy simples. Por el contrario, es más importante la decisión del estado y, sobre todo, el comunalismo. Le estoy hablando de economistas bastante ortodoxos, no de anarquistas. El modelo va a cambiar, tiene que cambiar. El libre mercado es una ficción que se basa en dos fundamentos: la iniciativa privada y el trabajo con recompensa. Eso se va a acabar. Ya se sabía desde hace tiempo, pero esta crisis lo ha hecho más patente. La iniciativa individual seguirá adelante, claro, porque es consustancial a nuestro carácter. Las personas seguirán investigando, innovando, aplicando su conocimiento, pero todo será de otra forma. Y la economía basada en el salario como recompensa tiene los días contados.  Eso creo, aunque puedo estar equivocado. ¡Me he equivocado tantas veces!

A.F.: ¿Tanto cambiarán las cosas?

D.M.R.: Es que no hay otra solución. No es un asunto ideológico sino una mera necesidad. No quiero volver a la razón testicular. Tiene que cambiar nuestra concepción de la salud pública y del bienestar., cosa que ya está pasando. Pero, sobre todo, tenemos que modificar nuestra visión del planeta, nuestra relación con la madre Gaia. Si nuestra especie, el homo sapiens sapiens, dos veces sapiens, que ya es petulancia, hace honor a su taxón, debe reaccionar y hacerlo ya. Pensemos en el cambio climático: migraciones masivas, hambrunas, sequías, el mar invadiendo las regiones costeras, enfermedades nuevas… El poeta Horacio escribió que el tiempo saca a la luz lo que está oculto y oculta y esconde lo que ahora brilla con gran esplendor. Quiero pensar que nos estamos dando cuenta. Ayer el gobierno de Israel activaba protocolos de cooperación con la Autoridad Palestina, mientras que permitía a palestinos quedar en su territorio mientras dure esta emergencia. Eso era inimaginable hace un mes. Estamos hablando de uno de los puntos más calientes del mundo y de dos gobiernos, no sólo irreconciliables, sino también bastante impresentables.

A.F.: Veremos como marchan las cosas y, aunque sea con mala comunicación telefónica, seguiremos contando con David Rivas, nuestro profesor de economía de guardia.

D.M.R.: Otro problema a resolver, Fonseca: las comunicaciones en el mundo rural.

A.F.: Muchas gracias, David Rivas.

D.M.R.: A usted.

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