"La república es lo razonable"




Yolanda Domínguez: Nos vamos acercando a la medianoche en esta radio universitaria y tenemos con nosotros al profesor David Rivas. Quizás los oyentes más jóvenes no lo conozcan pero fue de los primeros en apoyar este proyecto, cuando lo llevaban compañeros hoy alejados, algunos muy alejados incluso geográficamente. David Rivas fue profesor de la Autónoma durante tres décadas, profesor titular de estructura económica, discípulo de José Luis Sampedro y de Ramón Tamames. Primero fue profesor en la Complutense. Brillante, crítico, poco dado a componendas, no le importa caer en incorrecciones ante los suyos. Suele decir siempre lo que piensa. Buenas noches, profesor.

David M. Rivas: Buenas noches, Yolanda, y gracias por esta presentación. Casi me parecía estar oyendo presentar a otro. Sí es verdad que suelo decir lo que pienso y que me importa poco quedar mal, aunque procuro no ofender ni dañar innecesariamente.

Y.D.: La campaña electoral está desmadrada: balas en sobres, insultos, debates suspendidos, comunismo o libertad, fascismo o democracia... Y eso a los noventa años de la república. ¿Estamos en un bucle?

D.M.R.: Lo parece, pero creo que no es lo mismo. Algunos emplean términos guerracivilistas pero, afortunadamente, estamos lejos de aquella tragedia. Felipe VI no es Alfonso XIII, en el ejército no hay ninguna banda africanista de facinerosos, la izquierda es más keynesiana que leninista. Es verdad que en la derecha hay signos preocupantes, no tanto fascistas como trumpistas. Nadie, ni siquiera Vox, propone con seriedad liquidar la democracia, No obstante hay que estar alerta porque el fascismo no murió en Berlín en 1945 ni el franquismo en 1975. Hay un cierto embrutecimiento de la política y algunos chiflados mandan paquetes con balas a ministros y a la directora de la Guardia Civil, ¡a la directora de la Guardia Civil!  A mí no me gusta emplear alegremente el término fascista porque, de tanto manosearlo, pierde sentido. Hemos llegado a oir que Isabel la Católica era una fascista, por no hablar de la estupidez de Palma de Mallorca sobre el almirante Cervera o el mismo Churruca, un marino al que estudian en varias academias del mundo. No podemos banalizar el fascismo. Todo lo contrario. También en esta campaña madrileña estamos viendo a un candidato patético diciendo que hay que dialogar con todos. Pues habrá que dialogar, pero hacerlo con quien te quiere deportar, encarcelar o fusilar no parece muy sensato. Yo me siento a hablar con cualquiera, pero si, para empezar, pone la pistola sobre la mesa... Y creo que este hombre es abogado del estado. Pero no olvidemos que los diputados de Ciudadanos, Citadans, abandonaron el parlamento de Cataluña para no debatir una moción de condena al franquismo. Es un partido de raiz falangista, como lo era la UPD de Rosa Díez. Tampoco hay que olvidar que Pedro Sánchez, el presidente, exigió que Vox, en el 2019, entonces una fuerza extraparlamentaria, estuviera presente en el debate final de televisión, para debilitar a Casado. Ayer se blanqueba lo que hoy se ennegrece. Pero al fascismo no hay que darle ningún resquicio para que escupa su veneno. Los burgueses alemanes del año treinta creyeron que podían emplear en su favor a unos cuantos alborotadores de cervecería, muy  útiles para asustar a los judíos y para pegarse en las calles con los anarquistas y los comunistas. Le reían las gracias a aquel tarado de bigotito. Lo que vino después lo conocemos sobradamente.

Y.D.: En medio de esta campaña electoral se conmemoró el aniversario de la república. Noventa años. Unos la idealizan, otros la demonizan. ¿Qué piensa el profesor Rivas?
D.M.R.: Vaya por delante que yo soy republicano. Pero lo soy no por antimonárquico, sino porque la república es lo razonable. Aquí también podemos retrotraernos a los años treinta. Algunas monarquías, particularmente la británica, quedaron vinculadas al antifascismo, a la democracia frente a la barbarie. La española, los borbones, no está precisamente en ese grupo. Históricamente, desde el principio, es una dinastía corrupta. Esperemos que Felipe VI sea de otra pasta. Sería el primer borbón que conoce conceptos como dignidad, lealtad y honor. Por lo que respecta a la república, a la segunda, pienso que está muy idealizada. Fue un régimen que fracasó. Tal vez llegó muy pronto. Si tras las elecciones municipales de abril del 31 no se hubiera proclamado, seguramente el rey habría hecho otra de sus felonías, se hubiera alineado sin ningún miramiento con Mussolini y Víctor Manuel y la república habría surgido en 1945. Pero esto es historia-ficción. La república nació casi muerta. Se dice que la primera era un grupo de republicanos sin república y que la segunda fue una república sin republicanos. Algo hay de verdad en eso. El PSOE nunca creyó en la república y siempre pensó en asaltarla; los anarquistas tenían otro proyecto: la revolución social; los comunistas, que eran cuatro, obedecían a Moscú; la burguesía progresista, la de Azaña, nunca logró imponerse; ¿y qué decir de los monárquicos, los fascistas, los obispos, los chusqueros del Rif...?

Y.D.: ¿Debemos revindicar la república?

D.M.R.: Sí, debemos hacerlo, por dignidad. Fue un gran proyecto, una gran oportunidad. Aquel abril fue luminoso. Amanecía un ideal democrático y liberal. Era la democracia, el gran intento, el más posible tras los anteriores, el de el pronunciamiento de mi paisano Riego y el proyecto federal de Pí i Margall. Destronar a un rey perjuro y traidor, como ya se había hecho con la imbécil y ladrona de su abuela, Isabel II, era de pura higiene. Sacar del poder a esa familia criminal, una auuténtica mafia, era necesario. Es que España sólo tuvo dos reyes buenos en los últimos dos siglos: José Bonaparte y Amadeo de Saboya. Prim lo tuvo claro: "los borbones jamás, jamás". No tuvo el general la valentía de proclamar la república. Pero no podemos asumir la herencia de la república como un paquete, que es cosa, esto del paquete, muy propio de los que ni saben ni leen.

Y.D.: Hoy vuelve a entrar en el debate la república. Toda la historia de Juan Carlos I alimenta el asunto. Y Urdangarín, Froilán, Corinna... Y Podemos, Izquierda Unida, partidos nacionalistas, buena parte del PSOE, sacan las banderas tricolores a las calles.

D.M.R.: Quiero anotar que, desde luego, la bandera tricolar es mucho más guapa que la bicolor. La estética también importa. Desconfío de quienes creen que hacen algo importante cuando queman un retrato del rey o una bandera rojigualda. Hay una izquierda que cree que la guerra que perdieron sus bisabuelos la hace virginal. No es así la cosa. Yo soy de esos que no conocieron al abuelo. Mi abuelo, un militar leal al gobierno y fiel al pueblo, fue fusilado. Pero ser vencido no me da patente de tener la razón en todo. Tampoco me obliga a comulgar con ruedas de molino. A mí no me parecen personas ejemplares ni Largo Caballero ni Dolores Ibárruri. Sí simpatizo con Besteiro, con Azaña, con Durruti, con Prieto, con Campoamor..., como ve, personas muy distintas. 

Y.D.: No se fía usted de los republicanos del presente.

D.M.R.: Eso no es así. Yo respeto a casi todas las personas. Y digo casi porque hay personas que no merecen respeto. Pero veo pocos republicanos. Sacar la tricolor o llevarla en la solapa o cantar La Marsellesa en un perfecto francés a mí me dice muy poco. La república es un orden ético, no sólo derribar el trono y cambiar la bandera. Una república no va a traer la felicidad, ni la igualdad entre hombres y mujeres, ni la liberación de los parias de la tierra. Gran parte de esos republicanos del presente no son republicanos, sino fetichistas con ideas infantiles que tienen soluciones simples para problemas muy complejos. Para ellos hay una guerra en el mundo de los sueños, donde vencer es algo heroico. Pero la república, si llegara un día, es algo concreto, pedestre, cotidiano, aburrido. La república es todo lo contrario a un sueño: es tremendamente material.

Y.D.: Usted es asturiano, nacionalista. ¿Le da lo mismo que España sea una república o una monarquía?

D.M.R.: No, claro que no, prefiero una república. Pero no por ser república sino porque eso supondría abrir el debate nacional. La verdad es que lo que sea España, reino o república, me es indiferente, salvo por aquello sentimental. Para mí la república es Europa y a eso aspiro. Yo creo que el futuro nos debe llevar a una república europea, una república federal en la que los estados federados fueran las naciones: Asturias, Bretaña. Baviera. Córcega. Irlanda, Eslovenia, Castilla, Laponia, Occitania, Flandes... Hoy parece un dislate pero llegaremos a ello. Y hay tres estados que podrían ser referentes: España, Alemania y el Reino Unido. Bien es verdad que el Reino Unido se marchó de la Unión Europea, en un camino hacia el suicidio económico. 

Y.D.: Volvamos a la segunda república. ¿Es intachable, es censurable?

D.M.R.: No es intachable, desde luego. No podemos olvidar sus errores, incluso los crímenes. Hubo, por ejemplo, una persecución al catolicismo. ¿Fue un crimen de la república? Creo que no. La diferencia entre la república y los franquistas es que la república no planificó ningún exterminio, por mucho que algunos republicanos, o anarquistas, o socialistas, se comportaran de forma indigna. Por el contrario, Franco, él mismo lo dijo, mataría a la mitad de los españoles para salvar a España. Me parece que la diferencia entre la república y sus enemigos es muy evidente.

Y.D.: ¿Equidistancia?

D,M.R.: No, en absoluto. Esa palabra es otro de los lugares comunes del presente. Equidistancia es la igualdad de distancia entre varios puntos. Yo no puedo equidistar porque no soy un punto aislado o adherente en la recta topológica. Sí me tengo por persona sensata. Me cae mal Pablo Iglesias, igual de mal Echenique, Irene Montero lo mismo de lo mismo, pero voté a Podemos en las últimas elecciones, en las españolas. En Asturias y en mi concejo las cosas son distintas. Spinoza decía que hay que tener el valor de no aceptar el juego pero, al empar, saber distinguir bien ese abismo que hay entre lo vulgar y la sabiduría. Yo no soy sabio, ¡qué más quisiera!, pero me subo a hombros de los sabios, que decía Newton.

Y.D.: ¿Qué va a pasar en Madrid el 4 de mayo?

D.M.R.: No lo sé. Supongo que Díaz Ayuso va a ganar con buena diferencia, pero dependerá de los neofascistas para gobernar. Tal vez la izquierda sume más y entonces se abre otra posibilidad.

Y.D.: ¿Gabilondo presidente?

D.M.R.: Podría ser. A mí Ángel Gabilondo me cae bien. Yo lo apoyé cuando se presentó a rector y hasta lo ví bailar, tan serio y soso como es, en una discoteca cuando ganó. Tuvo dos mandatos. El primero fue francamente bueno, pero el segundo no tanto. Es un hombre bueno, honrado, tal vez un tanto miedoso en política. Sería un buen presidente para Madrid. Yo espero que lo sea con el apoyo de Iglesias, de Podemos. Me cae mejor Mónica Díaz, pero en Más Madrid no tengo fe, aunque mis amigos ecologistas apuestan por ella.

Y.D.: ¿Es Madrid tan de derechas?

D.M.R.: No lo creo. Hablo de la ciudad, de la capital. Supongo que las cosas son distintas en Aranjuez, en Villalba, en Colmenar Viejo o en Alcalá de Henares. Madrid es una ciudad muy abierta a todo, muy tolerante, muy amable. Es verdad que tiene una casta rica antipática e inculta. La derechona madrileña es muy ignorante, muy poco letrada. Yo creo que la derecha gana porque hay una sensación de riqueza y también porque la gente de izquierda no se identifica con las instituciones. Eso es normal: inventar países, regiones, comunidades fue una estupidez de la transición.

Y.D.: Buenas noches, profesor Rivas. ¿Cómo está el tiempo en Asturias?

D.M.R.: Ahora mismo, aquí en la aldea, orbaya, cae una lluvia fina. No hace mucho frío pero hay que tener la chimenea prendida. Buenas noches y un saludo.

Entradas populares de este blog

"Las corridas de Gijón fueron un intento de atraer al rey"

"El problema d'Asturies ye'l propiu d'una sociedá ayenada"

Agora'l tren de la bruxa Cremallera