14 de abril


Hoy es 14 de abril y se cumplen 92 años de la proclamación de la segunda república. No se trata de una fecha redonda, como esa de los 25, 50, 75 o 100 años, pero estamos en este momento en uno particularmente sensible sobre esta cuestión desde la muerte de Franco. Está la cuestión en la calle, en los bares, en las redes sociales... pero también en el parlamento, como pudimos ver en la fallida moción de censura de Ramón Tamames, donde, contra todo pronóstico, la guerra y la república entraron en el debate, lo que es prueba de que estamos ante un asunto de actualidad, casi un siglo después. El descontento general, la polarización, los lamentables actos de la corona, consustanciales, por otra parte, a la dinastía reinante... abren otra vez una cuestión no resuelta.

Tal vez la segunda república no fuera un dechado de virtudes democráticas, pero no desentonaba del resto de las democracias de los años treinta y, en buena medida, fue más ejemplar que algunas. Pero tampoco fue la causa de la guerra civil. Que hubiera guerra es, precisamente, la principal prueba de ello: el golpe no triunfó, el pueblo respondió y la mitad del ejército permaneció leal al gobierno y a la constitución.

La república fue una consecuencia lógica al intento de superar racionalmente un convulso siglo XIX y una restauración basada en el caciquismo, la incompetencia, la desigualdad, el militarismo, todo bajo una monarquía corrupta y una iglesia más oscurantista y cruel que la medieval.

Me encuentro con tres artículos muy diferentes, tanto en contenido como en la tradición y visión de las cosas de sus autores. Voy a permitirme taer algunas de sus reflexiones, sin añadir yo otra cosa que una breve presentación.

El primero pertenece al género histórico más académico, que es la base para poder conocer, en esa senda de investigar-interpretar-decidir. Gutmaro Gómez Bravo, profesor de la Universidad Complutense, plantea en El País que debemos cambiar la tradicional secuencia histórica con la que, unos y otros, aunque más unos que otros, interpretaron los años de la segunda república. 

"La enorme tragedia que supuso la Guerra Civil y el peso de los mitos fundacionales de la dictadura, de la educación y de la propaganda franquista han provocado que la Segunda República española se siga viendo como causa  y antecedente del conflicto que fracturó a los españoles; aunque hace tiempo que ha sido desmentida por la historiografía, la visión de una guerra inevitable, fruto de los desmanes de la República, permanece en el imaginario colectivo'.

"Consolidada en los libros de texto a lo largo de los ochenta y los noventa, su parcelación [de la periodificación] en sucesivas secuencias sigue intacta: la Segunda República (1931-1936), la guerra (1936-1939), el franquismo (1939-1975) y la Transición (1975-1982). Así, de forma consensuada, reproducimos un esquema heredado, en el que la República llevó a la Guerra Civil. Esquema que se extiende y manipula en el mundo digital y las redes sociales, por lo que es importante mostrar el significado que tuvo la Segunda República en tiempos de paz'.

"Es necesario ver las dificultades y los errores de aquel tramo, sus fallos, sobre todo en el mantenimiento y control del orden público, pero no se puede seguir considerando la antesala de la guerra. La mayoría de los regímenes republicanos surgidos en Europa al término de la I Guerra Mundial habían desaparecido a comienzos de los treinta ante el empuje de los movimientos autoritarios. Nadie les acusa hoy por ello".  

El segundo artículo es una delicia literaria. Paco Cerdá, autor de un libro sorprendente por su frescura y por su novedosa aproximación a la segunda república y al imaginario que la envuelve, titulado "14 de abril", ofrece en Tinta Libre catorce motivos para no olvidar la fecha. Voy a quedarme con cinco de ellas, las cinco que me parecen más originales.

"Conexión. Aquel martes de primavera tal vez ilumina rincones del presente. ¿Contra qué se levantó el pueblo? Poblados chabolistas, analfabetismo, caciquismo, redes clientelares que enmohecían la política, abuso de poder, desgaste de la Casa Real, decisiones del rey que rompían el pacto constitucional. Coda: en el 14 de abril fue clave la movilización de las masas y la unión determinada de los dirigentes republicanos'.

"Dos Españas. El error de siempre. Había muchas más, como hoy. Aquel día destacaban los monárquicos abandonistas; una conjunción republicano-socialista que amalgaba sesnsibilidades muy distintas; comunistas que ya pedían todo el poder para los sóviets y recelaban, ya desde el primer día, de una República burguesa; anarquistas descreídos y muy críticos con la República. Y la República Catalana de Maciá, y Euskadi, y una España rural ignorada ayer y hoy. Dos Españas. Qué sencillo simplificar. Ayer y hoy'.

"Emociones. Insisto en una idea: aquella jornada volcánica fue una paleta enorme de emociones. La ilusión de las masas, el miedo de la familia real, la ansiedad de los presos políticos, la ambición de los dirigentes republicanos, la lealtad a unas ideas, la traición de tantísimos monárquicos, la esperanza colectiva, la sed de venganza de quienes habían sufrido los abusos de una dictadura y de una dictablanda, la rebeldía desconfiada de los anarquistas'.

"Rey. Había nacido rey por la gracia de Dios. Un rey criado, además, muy al antiguo régimen  dentro de las paredes aislantes del Palacio Real. Aquel día debió ser traumático para Alfonso XIII. Quizá más para la reina, Victoria Eugenia, recluida sin su marido en Palacio, con un hijo enfermo, con otras hijas a su cargo, con la masa intentando asaltar el palacio. Y los canarios cantando sin parar, por las luces encendidas toda una noche de maletas y de miedo. El reverso humano de la historia, visto del otro lado'.

"Coro. Era clave en las tragedias griegas. También lo fue en la proclamación de la Segunda República. El pueblo. La masa. Llenó plazas, tomó las calles. La Guardia Civil lo consintió. Fue el arma del bando republicano. Ese era el verdadero eje del 14 de abril: el rey frente al pueblo. Y de fondo, Hamelín".

El tercer artículo es, realmente, un billete de prensa, concretamente en La Nueva España. Pedro de Silva, primer presidente electo de Asturias tras el franquismo, reflexiona sobre los valores del republicanismo mirando al futuro, reflexión que vale para cualquier república, sea española, catalana, guatemalteca, iraní o asturiana.

"Sería bueno que el republicanismo, que no es patrimonio de la izquierda, fuera musculando los valores republicanos mediante una tabla de gimnasia que incluye la independencia de criterio y de posición personal -frente al sectarismo, el gregarismo o la sumisión al interés- la igualdad entre los ciudadanos, el respeto a las ideas, credos y prácticas legítimas de los otros, el cumplimiento de las obligaciones cívicas, la defensa de los bienes públicos y algo tan pasado de moda como la buena educación".

Termino. ¡Viva la república!   

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