"Oliveira Martins fue un iberista entre el federalismo proudhoniano y el socialismo de cátedra"


 

Alejandro Fonseca: Llega nuestro espacio dedicado a Portugal, Monchi Álvarez

Monchi Álvarez: Hoy le sumamos la voz inconfundible de David Rivas.

A.F.: Profesor, buenas tardes.

M.A.: Hola.

David M. Rivas: Buenas tardes, Fonseca, buenas tardes Álvarez.

A.F.: Como muchas otras veces, David Rivas nos viene a hablar de un personaje relevante de la historia portuguesa, en esta ocasión de Joaquim Pedro de Oliveira Martins.

D.M.R.: Es más conocido simplemente por Oliveira Martins, historiador y político portugués, y seguramente uno de los intelectuales más importantes del último cuarto del siglo XIX en Portugal, aunque murió muy joven, con 41 años. Habia nacido en 1845 en Lisboa​ en el seno de una familia urbana más o menos acomodada, lo que hoy llamaríamos una familia de clase media, no burguesona pero tampoco de renta baja. De hecho él se matriculó en la Academia de Bellas Artes de esa ciudad, lo que nos habla de cierta holgura económica, la suficiente para que un niño se dedicara a cosas improductivas como el arte. Pero la repentina muerte de su padre lo obligó a dejar los estudios, con 14 años, y se pone a trabajar en una casa de comercio. Así que acabó siendo un autodidacta. En 1869 se marcha a Andalucía, a Córdoba, donde trabaja como administrador de las minas de Santa Eufemia. Allí es donde empezó su obra literaria, poética fundamentalmente, con varios textos en español. Pero también entonces escribió dos ensayos sobre el socialismo: Teoría del socialismo y Portugal y el socialismo, estos en portugués. También entonces publicó un libro sobre Camoes. De vuelta a Portugal inicia su trayectoria política.

M.A.: Llegó a ser ministro de finanzas.

D.M.R.: Sí, pero eso es después de unos años. Él formó parte del grupo de intelectuales socialistas vinculados al establecimiento de la AIT, la Primera Internacional, en Portugal y en 1878 fue candidato a diputado, sin éxito, por el Partido Socialista. En 1870 lanza, junto con otros intelectuales, entre ellos Eça de Queirós, el periódico A República. Pertenecía a un grupo intelectual lisboeta de gran fuste. A partir de entonces empieza una transformación ideológica. Escribe un libro, Política y economía, en el que se aparta un tanto del socialismo primero para adscribirse a un progresismo más moderado y pragmático, más socialdemócrata si queremos, aunque en ese momento esta terminología no es usual. Entonces se usaba más el término de socialismo de cátedra, un término que en principio era peyorativo y acuñado por los revolucionarios. Era una escuela que tenía su origen en Alemania, en la obra de Schmoller, muy presente en el Grupu d'Uviéu de los Buylla y los Posada, aquí en Asturias. Sin embargo siempre mantuvo una gran fidelidad al pensamiento proudhoniano. Era un gran admirador de la obra de Proudhon y siempre vivió en una tensión entre un pragmatismo y una lealtad a los ideales de la Primera Internacional. Fue entonces cuando participó activamente en el movimiento político y social conocido como Vida Nova. Fue elegido diputado, siendo el representante de Portugal en la Conferencia de Berlín de 1889, convocada para discutir la reglamentación del trabajo, un antecedente de la OIT. Como decía Monchi Álvarez, es nombrado ministro de hacienda en 1892, puesto desde el que intentó desarrollar una política económica austera y controlada, y de tendencia redistributiva, tratando de reducir los privilegios de la oligarquía portuguesa. Inició una reforma fiscal en favor de las rentas del trabajo e impulsó un impuesto progresivo sobre la renta, que era prácticamente inexistente en ese momento.

A.F.: En cierto modo revolucionó la economía portuguesa, acercándola al progresismo, a una economía socialista. ¿Es así?

D.M.R.: Es muy difícil poner etiquetas desde nuestro presente a la sociedad del último tercio del XIX. Entonces el movimiento socialista se movía con otros parámetros. Estamos hablando del hundimiento de la Internacional, con las disputas de Marx y Bakunin, ya muertos años antes, pero vivas entre anarquistas y comunistas, y a poco menos de veinte años de la revolución rusa. Pero, desde luego, era la suya una política muy avanzada para el Portugal de entonces.

A. F.; También Oliveira Martins fue un importante historiador.

D.M.R.: Su obra historiográfica tiene gran interés, más incluso que la ideológica, y gran valor vista dende el presente, ya que estamos hablando de cómo juzgar desde nuestro presente los hechos del pasado. Oliveira, lejos de emplear los criterios moralistas de su tiempo para enjuiciar el pasado, prefirió emplear los valores de la tolerancia para comprenderlos. Mostró gran sensibilidad hacia los personajes y hechos del pasado y con un estilo evocador muy potente, además de tener una pulcritud literaria sensacional. Para una vida tan corta como fue la suya tiene una obra muy amplia, pero yo destacaría los dos tomos de su Portugal contemporáneo, en los que recorre la, para mí, más interesante historia portuguesa tras la edad media y la época de Pombal, que es la que va de 1826 a 1868, esto es, de la carta constitucional a la regeneraçao, la regeneración. La carta se llamó así porque fue otorgada por Pedro IV y no redactada ni votada por las Cortes electas, que sí lo había sido la constitución de 1822. Seis años después sube al trono Miguel I, reinstaurando el absolutismo. Fue expulsado en 1834 y dos años más tarde la revolución septembrista restaura la constitución de 1822. En 1842 tiene lugar el golpe de estado de Costa Cabral, que cae en 1851, comenzando la regeneración. Comienza la época más liberal, que dura unos diecisiete años, hasta la revuelta janeirinha en 1868. Fueron años de modernización y de reformas fiscales, por lo que Oliveira Martins tiene una enorme simpatía por esa época. Hay una cosa muy curiosa y es de dónde proviene ese término de regeneración. Pues proviene del movimiento liberal de cincuenta años antes, de cuando acaban las guerras napoleónicas. Entonces el principal actor había sido Gomes Freire de Andrade, que era el venerable, el presidente, de una logia masónica llamada Regeneração, que iba a dar origen a un directorio secreto llamado Consejo Supremo Regenerador de Portugal, Brasil y Algarve, un nombre de indudable tradición del rito escocés, que es el que coordina la conspiración de 1817 contra el antiguo régimen.

M.A.: ¡Confabulación masónica!

D.M.R.: Era una confabulación, pero hablamos de 1817. Nada tiene que ver aquello con el movimiento de 1868, salvo que, seguramente, algunos francmasones participaran en este momento. Los liberales toman ese nombre por revindicar la tradición, que, como ya lo hablamos en otra ocasión, liga a las órdenes militares y a la masonería, desde el Temple al marqués de Pombal pasando por Avis, con la propia formación de Portugal como nación. Pero las ideas, aunque arraiguen en esa tradición, son ya otras, nuevas, distintas. Fontes Pereira de Melo, uno de los principales actores del 68 y seguramente el más brillante e ilustrado, tiene una frase luminosa que resume las ideas de esos liberales: "por encima del caballo de la diligencia está el tranvía, por encima de éste está el ferrocarril y por encima de todo está el progreso". Esta frase resume el estado de ánimo que dominó en la clase política portuguesa en el inicio de la regeneración.

A.F.: Oliveira Martins también fue un gran iberista.

D.M.R.: Sí, pero debemos matizar para no perdernos en lugares comunes y en falsas percepciones. En 1879 escribe cinco soberanos tomos que titula como Historia de la civilización ibérica. Hace un recorrido histórico en el que aparecen todos los pueblos que habitaron la península ibérica y muestra la evolución social y política de sus pobladores hasta conformar los dos estados constituidos definitivamente en el siglo XIX sobre el pasado de dicho territorio. Como toda la obra de Oliveira, además de sus valores históricos y antropológicos, es de una calidad literaria impresionante. Hay que tener en cuenta que escribe su libro en un contexto dominado por el avance de los imperialismos británico y alemán y la emergencia de Estados Unidos. A la vez, es un hombre que está en plena evolución desde el federalismo proudhoniano al socialismo de cátedra. Pero, la principal aportación de Oliveira Martins fue la introducción del concepto de civilización en los estudios de Portugal, también de España, como observaron Valera, Castelar y Unamuno. Dos años antes había publicado Helenismo y civilización cristiana, donde sienta las bases de su hermenéutica. Oliveira plantea la civilización como algo orgánico, basado en la división del mundo en diferentes culturas, al margen de las fronteras estatales. Este concepto iba más allá de las narrativas patrióticas y de los límites geográficos nacionales para configurarse como una noción espiritual amplia de pertenencia a una comunidad cultural determinada. Hay un algo de herderiano y de fichtiano, pero también de nietzschiano y, creo yo, cercano en cierto modo al que sería el pensamiento posterior de Jung. En este sentido, la civilización ibérica era resultado del cruce de pueblos, de su situación periférica en el occidente europeo y de su carácter fronterizo con África y el Atlántico. Asímismo, estaría dotada de una psicología colectiva y una caracterología compartida. De esta forma, Oliveira rechaza el planteamiento historiográfico que ve dos historias diferentes, una española y otra portuguesa, recurriendo al análisis de las semejanzas y vinculaciones entre las distintas naciones de las que parte esa historia común. Insiste particularmente en la tradición democrática y municipalista del medievo, que sucumbe ante el absolutismo, la expansión ultramarina y la intransigencia religiosa. Aquí Oliveira desliza una cuestión muy interesante: está hablando de la Iberia atlántica, porque en varias ocasiones señala hacia dos Españas y hacia un Portugal y un Algarve. De todos modos, él cree que la solución a la crisis peninsular finisecular está en recuperar los principios democráticos de las viejas sociedades. Ahora bien, y eso me interesa recalcarlo, en ningún caso Martins sentó las bases de una futura unión ibérica. Y lo recalco porque siempre que se habla de iberismo parece que nos referimos a la unión del estado español y el estado portugués y eso no es así. La mayor parte de los iberistas portugueses abominan de la idea de que Portugal existe por contraposición a Castilla y también de la idea de la reunificación, planteando un pasado común pero no un futuro común. Oliveira Martins lo que plantea es una idea común para impulsar un nuevo renacimiento volcado hacia las naciones iberoamericanas. Para él el iberismo está más cerca de una Commonwealth compartida que de una unificación peninsular. Este es un iberismo mucho más inteligente e interesante que el de Unamuno y otros del 98, presa fácil del totalitarismo y la uniformización, porque permite una comunidad de naciones en la que cabrían distintas naciones en la propia península. 

A.F.: Un planteamiento muy interesante, efectivamente, que a día de hoy podría ser útil para hacer más poderoso a este sur de Eropa.

D.M.R.: Como sabe bien, amigo Fonseca, yo creo que esta discusión es histórica, pudo tener sentido ayer pero hoy está periclitada. Yo creo que el horizonte sólo puede ser la Unión Eropea, estructrada sobre la base de la enorme constelación de naciones que la forman.

A.F.: Semblanza de Joaquim Pedro de Oliveira Martins a cargo de David Rivas en esta mirada que, con invitados diferentes, tenemos hacia Portugal cada semana. Muchas gracias.

M.A.: Un abrazo.

D.M.R.: Un abrazo a los dos y un saludo a los oyentes.


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