"La Andalucía interior es la periferia de la periferia"



José Antonio Cano: En nuestro recorrido por la desindustrialización de Andalucía, que tradicionalmente ya era una región poco desarrollada en ese sentido, y concretamente el proceso vivido en Linares, a raiz del cierre de Santana Motor y la marcha de firmas como Suzuki, hablamos unos minutops con David Rivas, profesor titular de estructura económica, ya jubilado, de la Universidad Autónoma de Madrid. ¿En qué contexto habría que entender el proceso de desindustrialización de Linares y cierres como el de Santana Motor? ¿Era imposible que esto ocurriese de otra manera o se pudo hacer algo más?

David M. Rivas: El contexto es fácil de analizar: los gobiernos españoles y buena parte de los empresarios optaron hace años por un modelo de servicios y de construcción, frecuentemente muy ligados entre sí porque, al margen de la especulación en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, el crecimiento urbanístico se concentra en las regiones más turísticas. Y Andalucía está a la cabeza del modelo. El caso de Linares y su comarca no es único en el reino pero sí presenta diferencialidades, precisamente por esa especialización andaluza en el sector de servicios. En el diseño del capitalismo español a Andalucía le tocó, como dicen ustedes, "tapeo y fiesta". En otros lugares las cosas son diferentes, no poque haya mejor política económica, sino por el simple hecho de que la terciarización es más difícil. En Asturias, mi país, por ejemplo, se ha vivido una desindustrialización aguda pero presenta rasgos muy distintos por muchas razones pero particularmente por dos, una de acción y otra de reacción. Por una parte el recurso al turismo no es tan fácil porque las características climáticas y la propia estructura territorial no permiten  corrientes masivas de visitantes. De otro lado, las organizaciones sindicales tuvieron, al menos hasta finales del siglo, bastante fuerza, con lo que su presión fue importante, obligando a los gobiernos a actuar. Y, para terminar de describir el paisaje, la Andalucía interior es una periferia de la periferia, sufriendo el desmantelamiento de la poca industria que tenía y, a la vez, no recibiendo el chorro económico que genera el turismo. En cuanto a si se podía haber hecho más es probable que sí, siempre se puede hacer algo más, pero la evolución del sector automovilístico era fácil de prever, ya  desde lo que podríamos llamar la tercera gran ola, que no es de ayer por la tarde, no, sino desde los ochenta con Motor Ibérica, e incluso ya con la instalación de las factorías de Ford unos años antes. En definitiva, hemos pagado por la improvisación de una política industrial o, si nos parece mejor, por la ausencia de política industrial. 

J.A.C.: ¿Hasta qué punto en algunos de estos fenómenos en España ha influido la corrupción? Por ejemplo, Santana tuvo pieza separada en el caso de los ERE.

D.M.R.: La corrupción condiciona mucho cualquier salida a una crisis, sea esta de la que hablamos o cualquier otra, pero no tengo una opinión fundamentada en el caso de Santana. Puedo imaginarme la cosa, pero no lo sé.

J.A.C.: ¿Por qué las autoridades locales o nacionales anuncian planes de reestructuración que no se ejecutan? ¿Son brindis al sol o incapacidad de cumplirlos?

D.M.R.: No son planes en absoluto,  sino consignas electorales. Saben muy bien que van a dar en nada. A mí me parece, sin ser un gran experto en economía de la zona, aunque sí la tengo estudiada, que abandonaron a la Andalucía interior, lo que se traduce en un paro de más del 20 por ciento y que llega en Linares a un 45. Hasta ahora la cosa se amortiguaba con las prejubilaciones, que mantenían el consumo, pero eso se acaba. Era pan para hoy y hambre para mañana, bien visible en la enorme emigración de los jóvenes. De hecho se perdieron casi cuatro mil habitantes en menos de diez años. Y jóvenes en su mayoría. El estallido de estos días atrás es significativo. No es una simple reacción a una brutalidad de un par de policías. Es una válvula de escape de una población harta y machacada. No es Linares un caso único, claro que no, pero sí un foco importante, en el que pesa mucho el fracaso del Plan Linares Futuro, una chirigota que nació muerta.      

J.A.C.: ¿El horizonte para la España vaciada puede ser reindustrializarse? ¿Qué se necesita para ello?

D.M.R.: La industria debería ser un sector central pero me parece que los gobiernos andaluces y españoles no apuestan por ello. La burguesía andaluza se refugió en su latifundio que, aunque ya no es lo que era, afortundadamente, sigue pesando mucho, si no en la estructura económica, sí en la concepción de lo que es un país. La peonada es la versión contemporánea del caciquismo de ayer y eso condiciona, ahoga más bien, las posibilidades de un desarrollo medianamente autocentrado y sostenible. No tengo respuesta a lo de qué sería necesario para un cambio, pero sí creo que la Unión Europea tiene mecanismos y fondos para revertir tanto despropósito. Pero poco confío en las instituciones españolas y, aunque conozco menos del asunto, me temo que tampoco es de mucho fiar la administración andaluza.


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